Publicado 23 de Marzo 2014
LA EVOLUCIÓN HISTÓRICA DEL CONSTITUCIONALISMO ESPAÑOL EN EL S.XX: DE LA CONSTITUCIÓN REPUBLICANA DE 1931, A LA DEL ACTUAL CONSENSO DE 1978
____________________________________________________________________
Publicado 20 de Agosto 2014
El PUERTO DE SANTANDER Y EL COMERCIO MARÍTIMO EN EL S. XVIII _____________________________________________________________________
Publicado 15 de febrero 2015
LA PRETENDIDA NEUTRALIDAD DE ESPAÑA EN LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL Y LA LABOR HUMANITARIA DEL REY ALFONSO XIII
_____________________________________________________________________
NUEVAS APROXIMACIONES A LA EDUCACIÓN Y A LA CULTURA EN SANTANDER DURANTE EL S.XVIII
Introducción
LA EVOLUCIÓN HISTÓRICA DEL CONSTITUCIONALISMO ESPAÑOL EN EL S.XX: DE LA CONSTITUCIÓN REPUBLICANA DE 1931, A LA DEL ACTUAL CONSENSO DE 1978
____________________________________________________________________
Publicado 20 de Agosto 2014
El PUERTO DE SANTANDER Y EL COMERCIO MARÍTIMO EN EL S. XVIII _____________________________________________________________________
Publicado 15 de febrero 2015
LA PRETENDIDA NEUTRALIDAD DE ESPAÑA EN LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL Y LA LABOR HUMANITARIA DEL REY ALFONSO XIII
_____________________________________________________________________
NUEVAS APROXIMACIONES A LA EDUCACIÓN Y A LA CULTURA EN SANTANDER DURANTE EL S.XVIII
Introducción
La historia de la educación y la cultura en el Antiguo Régimen ha suscitado un notable interés desde la historia de las mentalidades y de la cultura material, por lo que hemos optado por centrar nuestro análisis en un espacio sociocultural preciso, ubicado en un contexto urbano, como era la ciudad de Santander en el S.XVIII, que constituía un microcosmos donde habitaban todos los grupos en los que se dividía la sociedad del Antiguo Régimen.
La ciudad de Santander debido a su posición geográfica en el centro de la costa cantábrica, estuvo predispuesta a convertirse en una ciudad comercial, que experimentó un importante crecimiento económico, y demográfico en la segunda mitad del setecientos, gracias a la función de intermediaria de los productos comerciales entre Europa, Castilla y América, y así ha quedado establecido a través de la evidencia estadística, su población se triplicó entre 1700 y 1800, este periodo constituye el arco cronológico de este trabajo (1). La población a principios del S.XVIII según un censo de 1711 alcanzaba la cifra de 1712 habitantes, y en otro censo de 1797 el número total de habitantes ascendía a 5.187; no obstante, se trata de una microciudad, un modelo típico de las ciudades del norte de España en el Antiguo Régimen (2). En este periodo, el aporte inmigratorio fue determinante no sólo desde el punto de vista demográfico, y económico, sino también como elemento modificador de la cultura, pues llegaron inmigrantes de todas las partes de España, y de Europa, principalmente franceses (3). Lógicamente, este desarrollo repercutió en todos los niveles de la vida de sus habitantes, originando profundos cambios materiales, intelectuales, mentales y culturales. No obstante, dentro de las murallas de la ciudad existía una notable diversidad en lo tocante a los grupos sociales, y a los barrios que la configuraban. En Santander convivían dos tipos de educación y de cultura, la de las élites, y la popular, a pesar de que la línea divisoria entre ambas no era del todo nítida, porque existía una estrecha relación entre la cultura y su entorno (4).
En el caso de la sociedad de Santander, se puede afirmar, que se desarrolló una importante cultura burguesa, que mantuvo su posición como grupo social autónomo, al optar por una educación superior para sus miembros en función de la vida comercial. Por otra parte, desde los planteamientos de la Ilustración se mejoró la educación, pero sin triunfalismos (5).
Para abordar los niveles de alfabetización en Santander, nos hemos apoyado en fuentes locales, como las eclesiásticas, principalmente los registros parroquiales, documentos municipales, notariales, el Catastro de Ensenada, documentos del Archivo del Real Consulado, y de la Colección Pedraja de la Biblioteca Menéndez Pelayo, además de fuentes literarias. Sin embargo, quedan por explorar nuevos territorios como hacer visible la historia cultural de las mujeres.
Catastro de Ensenada
Los cambios culturales en Santander hay que analizarlos desde la interrelación con la historia política, social, económica, demográfica, y sobre la base de la historia de las mentalidades colectivas.
La elección de la metodología empleada está en función del tema de esta investigación, y de las preguntas que se han planteado. Nos hemos centrado en el análisis de textos, y el análisis simbólico, para penetrar en el subjetivismo de las personas históricas en la larga duración.
En este trabajo pretendemos ofrecer una síntesis de la “historia sociocultural” de una ciudad del Antiguo Régimen, pues dada la amplitud del tema, y la limitación del tiempo, y del espacio de esta comunicación no es posible darle un tratamiento exhaustivo. Hechas estas consideraciones, señalaré el contenido de este trabajo que consta además de la introducción, de dos apartados articulados entre sí dedicados a la educación, y a la cultura, además de las conclusiones en las que se pretende ofrecer una visión de globalidad de la sociedad santanderina en el S.XVIII.
En el caso de la historiografía de Santander, los estudios culturales tienen una presencia muy limitada, y el análisis de la historia cultural puede ser un motor de cambio para las investigaciones futuras.
La educación.
En el setecientos se confiaba en la reforma desde arriba, y la educación desde abajo; fue un siglo de educadores que tenían una confianza ciega en la enseñanza, y creían que en poco tiempo podrían lograr copiosos frutos, que transformarían el país en el curso de una generación; pero estos objetivos reformistas únicamente podían alcanzarse a través de una educación nueva y pragmática (6).
Sin embargo, es preciso hacer una distinción entre instrucción y cultura, para no caer en el tópico de que ambos conceptos sólo eran privativos de las clases privilegiadas, porque cada sociedad tiene su cultura, incluso cada nivel social (7).
Es evidente que, en el S.XVIII, si entendemos por instrucción el grado de alfabetización de la sociedad, éste era ínfimo entre las clases populares, como puede verificarse por la ausencia de firmas en los documentos.
Por lo que se refiere a los alfabetizados, no todos alcanzaron el mismo grado de instrucción; se impone por tanto, una clasificación según sus niveles de instrucción. En este sentido, falta un estudio de conjunto sobre los niveles de alfabetización, y de la cultura en Santander durante el S.XVIII, pues los trabajos existentes carecen de homogeneidad, son incompletos, y por lo tanto siguen existiendo demasiadas lagunas.
Para llegar a un conocimiento más afinado sobre la alfabetización de los santanderinos, se puede aplicar, un nuevo modelo de estudio consiste en la explotación sistemática de los registros parroquiales, las fuentes están completas entre 1700 y 1800, y no existen lagunas a lo largo de este periodo, por lo tanto se puede aplicar el modelo francés de la “historia serial” que examina las series continúas. Las actas matrimoniales, y de bautizados constituyen unas fuentes privilegiadas, de fácil utilización, y de excelente calidad, además de representar a todas las clases sociales; en el caso de Santander estas fuentes no han sido explotadas desde el punto de vista de la alfabetización. La ausencia de firmas de los esposos y testigos en las partidas de matrimonio era bastante elevada, y el porcentaje de novias que sabían firmar era muy inferior al alcanzado por los novios; en cuanto al tanto por ciento de los padrinos que firmaban el acta de bautismo era muy baja, y lo mismo sucedía con los testigos; y cuando los protagonistas de los actos sacramentales no sabían firmar lo hacían con una cruz, y en su nombre era corriente que lo hiciese el sacristán, que estaba presente en la administración del sacramento (8). Otro método para analizar los niveles de alfabetización consiste en cruzar las actas sacramentales, los testamentos, los contratos, los poderes municipales y otros documentos oficiales, que nos permiten identificar a todos los protagonistas en un año en concreto (p. j. 1775), siguiendo sus firmas. Este método nos posibilita resolver el problema de la representatividad de la muestra, y evaluar adecuadamente la firma. En este momento, creemos, que saber firmar no es sinónimo de estar alfabetizado. ¿ Hasta qué punto se puede asegurar que poder firmar significaba dominar la lectura y la escritura?.
Sobre el grado de alfabetización en Santander, contamos con el Catastro de Ensenada, que en 1753 recogía a los declarantes masculinos que sabían firmar, la tasa de alfabetización alcanzaba el 48,5% (9). Por otra parte, las fuentes notariales, como las escrituras de compra venta, los testamentos y los inventarios “post mortem” aportan una rica información para conocer los niveles de alfabetización, riqueza, relaciones familiares, religiosidad, valores morales, la dimensión simbólica en los hábitos de la vida cotidiana, y la comprensión de la cultura material. Sin embargo, este tipo de documentos ponen al descubierto sus limitaciones, porque representan a unos sectores determinados de la sociedad; no obstante, constituyen una fuente privilegiada para aproximarnos a la sociedad santanderina del Antiguo Régimen. Partiendo de la base de una encuesta realizada en Santander sobre 331 casos, el resultado ha sido que el 68,25% de la población era analfabeta. Otra encuesta llevada a cabo entre 1787 y 1805, arroja los siguientes datos: el 27,2% estaban alfabetizados, y el 65% eran analfabetos. Por otra parte, entre 1750-1755, según la firma en los documentos el índice de alfabetización masculina alcanzaba la cifra del 48,68%, y entre 1795-1799 ascendía al 58%, y la alfabetización femenina no alcanzaba el 1% (10).
La enseñanza en Santander comprendía las primeras letras, latinidad y filosofía escolástica y, gracias a la política ilustrada, se potenciaron, en la segunda mitad del setecientos, las ciencias útiles (11).
Con respecto a la enseñanza primaria española, en el S.XVIII, sabemos que adolecía de múltiples deficiencias: la escasa calidad de los métodos, la falta de preparación y profesionalidad de los maestros, la carencia de planes de estudios coherentes, y la ausencia de disciplina; en este sentido, Santander no difería del conjunto nacional (12).
En Santander, la enseñanza primaria estuvo en manos de los jesuitas hasta su expulsión; en la época del Catastro de Ensenada, la escuela de primeras letras se hallaba ubicada en la calle de la Compañía, en una casa que pertenecía al Colegio de Jesuitas (13).
Después de 1767, año de la expulsión de los jesuitas, las escuelas de primeras letras subsistieron a expensas de los fondos públicos de la ciudad: eran dos casas con cuatro habitaciones, en el sitio que ocupaban las caballerizas, y pajares correspondientes al colegio de los jesuitas; una de las casas servía de vivienda para los maestros de primeras letras, que eran Pedro González de Cos, encargado de enseñar a escribir y contar, y Domingo Carrera para leer; a cada uno de ellos se les daba anualmente, además de la habitación, 300 ducados. La otra casa servía de escuela, y tenía dos pisos: el bajo para los discípulos que aprendían a leer, y el alto, para los que aprendían a escribir y contar, y se hallaba ubicado en la calle Nueva. Estos maestros ocuparon el puesto dejado por los jesuitas expulsados, y los gastos derivados de la enseñanza, incluyendo los sueldos de los dos maestros, se pagaban de las rentas de las temporalidades dejadas por los jesuitas (14).
La provisión de las plazas de maestro se hacía mediante concurso a través de edictos que convocaban a los opositores; una vez verificados los ejercicios y exámenes, se les adjudicaba la plaza, teniendo en cuenta sus méritos, habilidad y suficiencia dentro de los términos de la justicia. En 1793, Domingo Carrera sucedió a Pedro González de Cos en la enseñanza de la escritura y de la aritmética elemental, y apareció un nuevo maestro para el piso de abajo donde se aprendía a leer, que se llamaba Bernabé Alvárez (15).
La expulsión de los jesuitas no supuso una mejora en los niveles de la enseñanza, entre otras razones porque la nueva pedagogía se iba abriendo paso demasiado lentamente, y no llegó a sustituir a la pedagogía de la “Ratio Studiorum” hasta pasado largo tiempo (16).
Imagen de una escuela del siglo XVIII
Un capítulo importante se abrió para la enseñanza elemental con las llamadas Escuelas Patrióticas, fundadas por las Sociedades Económicas; la regularización legal de estas escuelas se expresó en la Instrucción para las Escuelas Patrióticas en 1776; La intención era combatir a través de la escuela, la pobreza y el ocio (17).
En 1774, Campomanes, en su “Discurso sobre el fomento de la industria popular”, al analizar el estado de decadencia de la industria, observa que: “No es la falta de medios, a que debe atribuirse su decadencia, ni tampoco a la pereza de las gentes, sino a la corta instrucción y escaso conocimiento de las artes” (18).
En Santander, estas sugerencias de los ilustrados no fueron desoídas; así, Francisco de Givaja, vecino de la ciudad, y uno de sus más celosos patricios, extendió las actividades industriales, y proyectó costear a sus expensas una Escuela Gratuita de hilanzas al torno, que comenzó a funcionar en 1782; en ella se educaron muchas niñas pobres, que este filántropo santanderino atrajo a fuerza de gratificaciones y recompensas; además de contratar maestras, proporcionó tornos y materia prima, es decir, todo lo necesario; pero aún fue más lejos, y logró contratar a un hábil fabricante de lienzos, y a tres oficiales franceses, a quienes proveyó de telares, utensilios, casa para oficina y habitación, todo a su costa. Sin embargo, a pesar de estas notables iniciativas, y de la Real protección concedida a esta pequeña fábrica por la Real Cédula de 11 de marzo de 1783, su desarrollo fue escaso, y su benemérito fundador sufrió graves extorsiones originadas por el espíritu de emulación, y encono contra su laudable establecimiento (19).
En cuanto a la enseñanza superior, existían en la ciudad un Seminario, ubicado en el colegio expropiado a los jesuitas, y unas aulas de Latinidad y Retórica, que se financiaban a expensas de las temporalidades de los regulares extinguidos, y donde se educaban los hijos de la burguesía (20).
Otra institución que se ocupó de fomentar la instrucción entre la población santanderina fue el Real Consulado erigido en 1785, que impulsó en 1790 la fundación de las Escuelas de Náutica y Dibujo, donde se instruía a los alumnos en todo lo necesario para formar excelentes pilotos, expertos en teoría, y capaces en la práctica de gobernar acertadamente las embarcaciones, la dirección de la Escuela corría a cargo de dos maestros, y en octubre de 1792, había matriculados 56 alumnos (21). Además, hay que citar la fundación en 1800 del Seminario Cántabro en Comillas, donde acudían a estudiar los hijos de las élites, en este centro se impartían enseñanzas humanísticas, pero sobre todo tenía una orientación esencialmente pragmática, experimental, y moderna; la enseñanza se centraba en las ciencias naturales y exactas, como la agricultura práctica, el comercio, la mineralogía, la metalurgia, y las lenguas vivas –inglés y francés-; el modelo de estudios era claramente utilitarista; la permanencia del Seminario fue corta en el tiempo, porque la guerra de la Independencia causó su desaparición (22). Tras esta relación de los centros de enseñanza primaria y superior, hay que incorporar a la enseñanza en Cantabria la aportación de los estudios del colegio de los PP. Escolapios en Villacarriedo fundado en 1746, en este colegio se impartía la enseñanza primaria, y latinidad, además de la superior durante un tiempo, también se ocupaban de las ciencias experimentales, y disponían de un excelente laboratorio, que aún se conserva; a este colegio acudían a estudiar los hijos de la alta burguesía mercantil de Santander, y los de las más notables familias hidalgas de Cantabria en la segunda mitad del S.XVIII (23).
Colegio PP Escolapios de Villacarriedo. Fundado en 1746
Pero además, las familias principales de la burguesía mercantil enviaban a sus hijos, los futuros comerciantes, a completar sus estudios fuera de Santander, como al Real Instituto Asturiano fundado por Jovellanos en Gijón, a Bilbao para instruirse en el comercio, a Francia (Bayona, Toulouse) y a Londres (24).
Con respecto a la educación de la mujer, pese a meritorios avances, no encontraron una vía de progreso en el XVIII; la mujer santanderina no era ajena a la situación general de las demás mujeres españolas. En cambio, las hijas de la burguesía mercantil de Santander acudían a las escuelas de primeras letras, o algún colegio, y también se llevaba a cabo la alfabetización en la propia vivienda; así mismo, se las instruía en la enseñanza de las labores del hogar, y algunas sabían interpretar música al piano para amenizar las veladas familiares, así lo consignaba Jovellanos en los “Diarios” durante sus visitas a Santander. Sin embargo, es importante constatar, que en algunos casos las élites burguesas mandaban a sus hijas a Francia para formarse en el buen gusto francés (25).
La mujer en el siglo XVIII
En Santander la instrucción no estuvo nunca descuidada, ni en su provincia, pues las autoridades la tuvieron entre sus objetivos primordiales; pues no en vano Cantabria en el S.XVIII destacaba sobre la media nacional en lo tocante a las inquietudes docentes. Así lo confirmaba en pleno siglo XIX Pascual Madoz en su “Diccionario Geográfico”, cuando al tratar de la fisonomía moral de los habitantes de Santander y su provincia afirmaba, que eran “muy aficionados a instruirse en las primeras letras, resultando de aquí que en igual población difícilmente se hallará sepan leer y escribir” (26).
La cultura.
“La cultura le permite al hombre hacer habitable el mundo”. Jacob Taubes: (Austria, 1923-Alemania 1987).
En primer lugar, la historia cultural es poliédrica, y el término cultura resulta problemático porque tiene muchas definiciones, y abarca un vasto repertorio de objetos (imágenes, herramientas, casas etc.) y prácticas (conversaciones, lectura, juego), porque para el historiador no existen cosas banales. Dentro de la Historia Cultural quedan aún por explorar nuevos territorios, por ejemplo falta por estudiar la contribución femenina a la cultura (27).
Por otra parte, la cultura en general no sólo es patrimonio de las clases ilustradas, sino que también se puede hablar de una cultura de los analfabetos y marginados; el concepto de “analfabetismo”, según afirmaba Pierre Goubert, “no significa ni tontería ni vacio mental”. Evidentemente, las prácticas religiosas influyeron en la configuración mental de todo tipo de gentes; por ejemplo, los iletrados recibían desde las iglesias una cultura oral; por otra parte, la asistencia obligatoria a la misa dominical reunía a los adultos, y se intercambiaban informaciones; el cura difundía también las disposiciones del poder civil (28).
Otros lugares de intercambio de informaciones eran las ferias, los mercados y las tabernas, los lugares de diversión, y las tertulias familiares. Gracias a un interesante documento redactado en mayo de 1756, con motivo del recibimiento del primer Obispo de Santander, conocemos las distintas maneras de culturizarse las clases populares. Empezando por las iglesias donde los santanderinos asistían a los oficios religiosos, y se sentían gozosos al acudir a una misa mayor o “Te Deum” de la catedral, a un sermón; a las salves, misereres y ejercicios de cuaresma, y visitar los altares.
En cuanto a los lugares de diversión, Santander no contaba ni con teatros, ni carnavales, ni plaza de toros; solamente algunas comedias al aire libre, romerías, y bailecillos de pueblo, al son del tamboril pagado por el Municipio, vacas con cuerdas, fiestas y luminarias por algún suceso Fausto de la Real familia o de la Iglesia (29).
En el reducido círculo familiar de las clases populares se conservaban las siguientes costumbres: al atardecer, se rezaba el rosario diariamente; después, se conversaba, se leía, el más instruido de la casa contaba algunos chascarrillos o sucesos de tiempos pasados, historietas y asuntos de las guerras; otras veces los hombres jugaban a la baraja; frecuentemente, los jóvenes bailaban, las viejas hilaban o cosían; a las diez cenaban, y a las diez y media u once de la noche, toda la ciudad dormía para levantarse a la madrugada, y a veces antes del amanecer; muchísimas personas comenzaban el día dedicándoselo a Dios, para pedirle ayuda tanto por sus familiares como por los negocios, a los que se dedicaban luego con todo el afán que requerían sus ocupaciones (30).
Para aproximarnos a la cultura de la burguesía mercantil santanderina contamos con unos testimonios extraordinarios del gran estadista Gaspar Melchor de Jovellanos, recogidos en los Diarios durante los dos viajes que realizó a Santander en 1791 y 1797, y relacionados con misiones útiles dentro de los programas ilustrados (31). A través de estos Diarios cuenta las visitas que hizo en el primer viaje (1791) a sus amigos santanderinos, se relacionó con la alta burguesía; estuvo en casa de Colosía, que era capitán de fragata de la Real Armada, y elogió su biblioteca. “Tenía una Instrucción naútica del Dr. Diego García, oidor de Méjico, y el Cisne de Apolo que es una poética de D. Luis Carvallo, nuestro historiador”. En cambio sobre el Alcalde mayor utiliza palabras my duras: “No he visto jamás un juez más mal criado, más ignorante ni de menos probidad”. Añade que su librería se reducía al “Febrero y Colón de Escribanos” (32). Durante su permanencia en Santander, Jovellanos trató sobre temas relacionados con la enseñanza de la pedagogía, si convenía o no impartir las Matemáticas y la Física a una edad temprana (33). Su estancia en la ciudad parece que fue grata, pues cuenta que: “Comió bien y escuchó música” (34). En el segundo viaje (1797), nos describe a las mujeres de la familia del comerciante Ramón Vial, a su mujer, y a sus hijas, y se fijó especialmente en la hija mayor llamada Joaquina, que estaba casada con su amigo D. Francisco Durango, otro importante comerciante, y que “toca muy bien el piano”. Esta familia le obsequió con una comida “fina y delicadamente”. En casa de Durango escuchó un concierto de violines: “Tocó un alemán aficionado; Menéndez, asturiano y primer violín de la catedral…Durango que es de aventajada habilidad, y otro profesor; el alemán de superior habilidad en el instrumento y en el piano” (35).
Retrato de un caballero del siglo XVIII. (www.museosantandermas.es)
Otra forma de introducir y extender la cultura de las luces fueron las “Sociedades Económicas de Amigos del País”, que contaron con el apoyo real desde el reinado de Carlos III (36). La provincia de Cantabria se incorporó a este movimiento cultural en diciembre de 1775, pero por diversos motivos hasta abril de 1791, no se consiguió su aprobación. Entre las realizaciones culturales de la Real Sociedad Cantábrica, hay que citar la fundación en 1800 del Seminario Cántabro mencionado más arriba (37).
Otro elemento de la cultura lo constituyen los libros como soporte, y vehículo de contenidos ideológicos, y guía privilegiada para hacer la historia de todo cuanto una sociedad ha pensado y escrito, pudiéndose medir tanto los niveles propiamente culturales como los socioeconómicos (38).
La producción editorial de Santander es de fines del S.XVIII; un hecho que a primera vista puede llamar nuestra atención por su retraso, pero está justificado hasta cierto punto; tengamos en cuenta que, todavía a mediados de XVIII, España estaba a un lejos de alcanzar un nivel aceptable en la edición de libros, y fue en el último cuarto del siglo, cuando se produjo el despegue tipográfico gracias a la política ilustrada. Por otra parte, la producción editorial se localizaba en las ciudades de Madrid, Barcelona, Valencia, Valladolid, Sevilla, y Zaragoza. Algo parecido ocurría en Francia, a pesar de ser un país productor y exportador de libros hacia el nuestro; todavía, al filo de 1764 “las imprentas tenían una fuerte implantación en las ciudades con parlamento, universidad o colegio; en cambio, en las regiones montañosas, en las costas y en el sur, la mitad de las sedes episcopales, y ciudades con tribunal estaban desprovistas de librero (39).
En 1792, se estableció en Santander el primer impresor, por iniciativa del Real Consulado, siempre preocupado por la cultura, y con la colaboración del Obispo Rafael Tomás Menéndez de Luarca; dicho impresor se llamaba Francisco Javier de Riesgo. La implantación tardía de la imprenta parece que no constituyó un obstáculo insalvable para el desarrollo de la cultura, porque el libro tenía asegurada su difusión, como era costumbre, a través de los mercaderes y de los buhoneros que suplían las librerías y bibliotecas públicas de las que carecía Santander; en cambio, los clérigos poseían bibliotecas religiosas en los conventos y en el cabildo, pues no cabe duda de que la Iglesia siguió en gran parte monopolizando la cultura en la época de la Ilustración; algunos nobles, y gentes letradas también habían ido formando sus bibliotecas, pensamos que modestas, si tenemos en cuenta la estructura social de la ciudad. Hay que citar también, los archivos de instituciones como el de la Casa Consistorial, que constaba de un arca de madera con tres llaves, y el del Consulado (40).
De otra parte, Santander, tenía otra vía de aprovisionamiento de libros tanto nacionales como extranjeros, a través del comercio marítimo llegaban libros en los barcos procedentes de Europa y de las Provincias Vascas, y otra vía de entrada era el comercio terrestre desde la meseta castellana (41).
Sabemos que, en 1803, Pedro García Diego ocupaba el difícil cargo de Revisor real de los libros que entraban en el puerto, y participó activamente en la vida cultural de la Montaña, como primer Secretario de la Real Sociedad Cantábrica de Amigos del País, cargo que desempeñó entre 1793 y 1803; sin embargo, es más conocido por ser el autor del primer libro impreso en Santander, que se titulaba “Guía manual para el año 1793”, en él se recogían los aspectos sociales y económicos más destacados de la pujante ciudad; esta obra revela una clara intención propagandística, y confirma la evolución temática de la producción impresa del siglo XVIII (42).
A fines del setecientos, el libro religioso ya no constituía la base fundamental de la producción impresa, y se dejaba un mayor espacio a los relacionados con las ciencias, artes y otros temas que interesaron al hombre dieciochesco; este cambio temático puede interpretarse como una progresiva laicización, más que como un proceso de descristianización (43).
A partir de 1793, la producción impresa santanderina fue constante; aunque no es nuestro objetivo seguirla, ya que se sale del marco temporal de nuestro estudio; si se puede afirmar que, a partir de esta fecha memorable de 1793, se pusieron las bases para que Santander, de una manera relevante, se incorporarse a la historia de la producción tipográfica.
Conclusiones:
De todo lo expuesto al final de este recorrido se deducen las siguientes conclusiones:
1. Los importantes cambios económicos, demográficos, sociales, y políticos del periodo estudiado influyeron decisivamente en la educación, y en la cultura de los santanderinos del setecientos.
2. Instituciones como el Ayuntamiento, el Obispado, el Real Consulado, y la Real Sociedad Cantábrica se ocuparon del bienestar de sus conciudadanos, desde los aspectos materiales, a los morales.
3. Gracias a la documentación manejada sólo una minoría de la población era capaz de leer, el número fue mayor en 1800, que en 1700.
4. Es importante constatar, como en la segunda mitad de la centuria surgió una nueva élite social, encarnada por la burguesía mercantil, que se fue alejando de la cultura popular que anteriormente había compartido, y se aproximó a la nobleza tradicional, a la vez que incorporaba determinadas características de ésta a los valores burgueses hasta desarrollar una cultura propia.
5. Sobre la nueva élite mercantil se observa, que estamos en presencia de un grupo conservador desde el análisis de sus actitudes ante la vida y la muerte, eran profundamente religiosos como se desprende del estudio de los libros parroquiales, y de las cláusulas testamentarias. En sus bibliotecas no se guardaban libros antirreligiosos, ni revolucionarios.
6. Finalmente, el apoyo a la educación y a la cultura fue notable por parte de las autoridades laicas en la segunda mitad del S.XVIII.
Dra. María Jesús Pozas Pozas.
Universidad de Deusto-Bilbao
JORNADAS DE HISTORIA MODENA: Proyectos y perspectivas de investigación.
Universidad de Extremadura. Cáceres 17 de abril de 2015.
NOTAS BIBLIOGRÁFICA
(1) Pozas Pozas, María Jesús.: “El puerto de Santander y el comercio marítimo en el S.XVIII”. Fundación de Historia Moderna XIII Reunión Científica Sevilla, 4-6 de junio de 2014. Universidad de Sevilla: Sevilla, 2014, pp. 1-12.
(2) Archivo Municipal de Santander [AMS] Ar. A. L. 11. Doc. 47. Año 1711; Rio y Sainz, J. A. del.: La provincia de Santander bajo todos sus aspectos. Santander: Imp. Río Hermanos, 1885, T. I. pp. 374-375.
(3) Pozas Pozas, María Jesús.: La población de Santander en el S. XVIII. Tesis Doctoral. Facultad de Filosofía y Letras – Sección de Historia - Universidad de Deusto- Bilbao, 1998, 3 Vols.
(4) En las últimas décadas el concepto de cultura se aplica a cualquier aspecto de la historia, y se ha convertido en una herramienta imprescindible para conocer el pasado. Es importante incidir en las aportaciones de Fernand Braudel al estudio de la “cultura material” en Civilización material y Capitalismo. Barcelona: Editorial Labor, S. A., 1974. Dentro de la investigación histórica de la Europa moderna hay que citar los trabajos pioneros de Peter Burke, uno de los principales historiadores culturales, recogidos en su obra, Cultura popular en la Europa moderna (3ª ed. actualizada). Madrid: Alianza Editorial, 2014; Mantecón, T. A: Bajtin y la historia de la cultura popular. Santander: Universidad de Cantabria, 2008.
(5) Véase el estudio de carácter monográfico sobre la burguesía mercantil santanderina en Antiguo Régimen, que constituye una aportación de gran interés de, Maruri Villanueva, R.: La burguesía mercantil santanderina 1700 – 1850. Santander: Universidad de Cantabria, 1990.
(6) Domínguez Ortiz, A.: Sociedad y Estado en el siglo XVIII español. Madrid: Ariel, 1976, p. 49; López, F.: “Aspectos específicos de la Ilustración española”, En: II Simposio sobre el P. Feijóo y su siglo. Vol. 1. Oviedo, 1981, pp. 23-29.
(7) Eiras Roel, A.: “Las élites urbanas de una ciudad tradicional: Santiago de Compostela a mediados del siglo XVIII”. En: Actas del II Coloquio de Metodología Histórica Aplicada. La Documentación Notarial y la Historia. Santiago de Compostela, 1984, T.I:117-139; Maravall, J.A.: “La historia de las mentalidades como historia social”. En: II Jornadas de Metodología y Didáctica de la Historia. Cáceres, 1982, pp. 399-412.
(8) Archivo Diocesano de Santander [ADS]. Parroquia: Santo Cristo, años: 1700-1800. Este Archivo se halla en el Monasterio de “Regina Coeli” de Santillana del Mar. Sobre la alfabetización en Europa véase, Cipolla, C. M.: Educación y desarrollo en Occidente. Barcelona: Ariel, 1983.
(9) Gutiérrez Gutiérrez, Clotilde.: “Educación y red escolar en Cantabria. Fundaciones docentes en el siglo XVIII”. En: VV.AA.: I Encuentro de Historia de Cantabria: actas. Del encuentro celebrado en Santander los días 16 a 19 de diciembre de 1996. Santander: Universidad de Cantabria: Consejería de Cultura y Deportes, 1999, T. II, pp. 871-882. y Enseñanza de primeras letras y latinidad en Cantabria (1700-1860). Santander: Universidad de Cantabria, 2001.
(10) Maruri Villanueva, R. : La burguesía mercantil santanderina…op. cit., pp. 110-116; Soubeyroux, J.: “Niveles de alfabetización en la España del siglo XVIII”. Revista de Historia de la Educación, 1995-1996; 14-15: 205-207, y “Niveles de alfabetización en la España del siglo XVIII: primeros resultados de una encuesta en curso”. Revista de historia moderna: Anales de la Universidad de Alicante, 1985; 5: 159-174 ; Aymes, J.R.; Felle, E. Mm. ; Guereña; J.L. (Eds.). : L´enseignement primaire en Espagne et en Amerique Latine. Tours: Publications de l´Université de Tours, 1986, pp. 65-79; Amalric, J.P.: Un reseau d´enseignement élementaire auXVIII siècle: les mâitres d´école au campagnes de Burgos et Santander, De l´alphabétisation aux circuits du livre en Espagne XVI-XVIII siècles. En VV AA.: De l´ alphabétisation aux circuits du livre en Espagne, XVIe – XIX siècle. París: Editions du CN R S, 1987, pp. 118-119.
(11) Biblioteca Méndez Pelayo [B.M.P.] Colección Pedraja. Doc. 32, Ms. 226. Estudios de gramática o de latinidad, fols: 26 r – 29 v; Rodríguez Campomanes, P.: Discurso sobre la educación popular de los artesanos y su fomento. Madrid: Imp. De Antonio Sancha, 1775; Jovellanos, G,M. de.:Ley Agraria. BAE, T. L.
(12) Anes Alvárez, G.: El Antiguo Régimen. Los Borbones. Madrid: Alianza Editorial, 1975.
(13) Archivo General de Simancas [AGS]. Dirección General de Rentas. Catastro de Ensenada. Respuestas Generales. Leg. 50, fol. 341.
(14) La expulsión de los jesuitas favoreció el intento de control del gobierno sobre la enseñanza, en todos sus niveles. Por real orden de 5 de octubre de 1767, se exponía ya, al poco tiempo de la expulsión, la idea de que el poder público procuraría “fomentar la enseñanza de la juventud, particularmente en lo tocante a las primeras letras, latinidad y retórica que habían tenido en sí como estancada los regulares de la Compañía de Jesús, de que se había originado la decadencia de las letras humanas”. En. Anes Alvárez, G.: El Antiguo Régimen. Los Borbones…, op. cit, p. 454; B.M.P. Colección Pedraja. Doc. 32, Ms. 226, fols: 33 – 34. Según un real despacho firmado por el Rey en San Ildefonso el 19 de agosto de 1769 se destinó el edificio del que fue colegio de Jesuitas de esta ciudad de Santander para las habitaciones y aulas para los maestros de primeras letras, latinidad y retórica y lo restante del colegio se destinó con total separación para seminario ad formam Concilii con tres clérigos seculares; García Diego, P.: Guía manual de Santander para el año 1793. Dedicado al Real Consulado de dicha ciudad y su provincia. Santander, 1793, p. 122; Rio y Sainz, J.A. del.: La provincia de Santander considerada bajo todos sus aspectos. Santander: Imp. y lit. de Blanchard, 1885- 1889, T. I, p. 378.
(15) B.M.P. Colección Pedraja. Doc. 32, Ms. 226, fol. 34 v.
(16) Pinedo Izaguire, I.: “Las ideas pedagógicas de Manuel de Roda, ministro de de Carlos III”. Letras de Deusto, 1993; 23: 85-97.
(17) Galino, María Ángeles.: Tres hombres y un problema. Feijóo, Sarmiento y Jovellanos ante la educación moderna. Madrid: CSIC, 1953; Demerson, Paula. De .: Próspera y adversa fortuna de la Real Sociedad Cantábrica(1775-1804). Santander, Institución Cultural de Cantabria, 1987.
(18) Rodríguez Campomanes, P.: Discurso sobre el fomento de la industria popular. Madrid: Imprenta de Antonio Sancha, 1775, pp. 37-38.
(19) BMP. Colección Pedraja. Doc. 701, Ms. 103. Estado de las fábricas, comercio, industria y agricultura en las montañas de Santander (1798), fols. 37 y 50.
(20) BMP. Colección Pedraja. Doc. 32, Ms. 226, fol. 33 r.
(21) García Diego, P.: Primera Guía de Santander…op. cit., pp. 119-120.
(22) Barreda y Ferrer de la Vega, F.: “Prosperidad de Santander y desarrollo industrial en el siglo XVIII”. En Aportación al estudio de la historia económica de la Montaña. Santander: Banco de Santander, 1957, pp. 119-121.
(23) Gutiérrez Gutiérrez, Clotilde.: “Colegio PP. Escolapios de Villacarriedo (1746-1860). En: Enseñanza de primeras letras y latinidad en Cantabria (1700-1860). Santander: Universidad de Cantabria, 2001, pp.241-254.
(24) Maruri Villanueva, R.: La burguesía mercantil…op. cit., pp. 216-227.
(25) Maruri Villanueva, R.: La burguesía mercantil…op. cit., p. 220; Jovellanos, G. M. de .: Diarios (Memorias Intimas), 1790-1801. Madrid: Imp. de los Sucesores de Hernando, 1915, p. 383.
(26) Madoz, P.: Dicccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar (voz Santander). Madrid, Imp. Del Diccionario, 1845-1850, T.XIII, p. 775.
(27) Burke, P.: ¿ Qué es la historia cultural? . Barcelona: Paidós, 2005, p.45.
(28) Wachtel, N.: “La aculturación”. En: Le Goff, J. ; y Nora, P (Drs.).: Hacer la Historia. Barcelona: Editorial Laia, 1979, Vol. 1, pp. 135-156.
(29) Véase algunas noticias de fiestas públicas en Santander en, Leguina, E.: Recuerdos de Cantabria. Santander: Imp. de Medina y Navarro, 1875.
(30) En esta descripción de las costumbres de las clases populares hemos seguido a Río y Sainz, J. A. del .: La provincia de Santander…op.cit., Vol. 2, pp. 354-355.
(31) Pozas Pozas, Mª Jesús.: “Bilbao y Santander: Dos ciudades marítimas en los diarios de Jovellanos”. Letras de Deusto, 1992; 56: 107-126.
(32) Jovellanos, G. M. de: Diarios… op.cit, p.19.
(33) Ibídem., p.19.
(34) Ibídem., p.19.
(35) Ibídem., p. 383.
(36) Demerson,G.; Demerson ,Paula.de. ; y Aguilar Piñal, F.: Las sociedades Económicas de Amigos del País en el siglo XVIII. Guía de investigadores. San Sebastián: CSIC, 1974, pp. 261-266.
(37) Barreda y Ferrer Vega, F.: “Prosperidad de Santander…”, op.cit., pp. 587-593.
(38) VV. AA.: Livre et lectura en Espagne et en France sous l´Ancien Régimen. Colloque de la Casa de Velázquez, 17-19 de noviembre 1980. París: ADPF, 1981, pp. 97-110.
(39) González Palencia, A.: Eruditos y libreros del siglo XVIII. Estudios histórico-literarios. Madrid: CSIC, 1948; Botrel, J.F.; Infantes, V.; y López, F (coord.).: Historia de la edición y la lectura en España (siglos XV-XX). Madrid: Fundación Germán Sánchez Ruipérez, 2001; Barreiro, B.: “La lectura y sus problemas en el Norte de la Península: estado de la cuestión”. Bulletin Hispanique, 1997; 99: 95.
(40) Sobre el mundo cultural de la burguesía mercantil santanderina véase los interesantes estudios de, Maruri Villanueva, R.: La burguesía mercantil…op. cit., pp. 211-258; del mismo, “Clero y lectura en el siglo XVIII”. Estudios castellonenses, 1994-1995; 6: 859 y ss; BMP. Colección Pedraja, Doc. 32, Ms. 226, fols. 73 r – 77 v. Bienes del Ayuntamiento; BMP. Colección Pedraja, Doc. 10, Ms. 210, T.3, fols. 569-570,. Archivo del Real Consulado.
(41) Reguera, I.: “Ilustración y censura en el País Vasco”. Letras de Deusto, 1988; 41: 159-170.
(42) BMP. Colección Pedraja, Dc. 695, Ms. 837. Noticias de la introducción de la imprenta en Santander, Castro Urdiales, Laredo, Torrelavega, Reinosa y Camargo; García Diego, P.: Guía manual de Santander para el año 1793. Dedicado al Real Consulado de dicha ciudad y su provincia. Santander: Imprenta de D. Xavier Riesgo, 1793.
(43) Sobre la descristianización en el siglo XVIII, véase, Agulhon, M.: Pénitent et franc-maçons de l´Ancienne Provence. Paris: Fayard, 1968, pp. 139-160.
FUENTES MANUSCRITAS:
Consignamos las fuentes de los archivos y bibliotecas consultados
ADS Archivo Diocesano de Santander.
AHC Archivo Histórico de Cantabria..
AMS Archivo Municipal de Santander.
AGS Archivo General de Simanca
BMP Biblioteca Menéndez Pelayo
BIBLIOGRAFÍA
- AGULHON, M.: Pénitent et franc-maçons de l´Ancienne Provence. Paris: Fayard, 1968.
- AMALRIC, J.P.: Un reseau d´enseignement élementaire auXVIII siècle: les mâitres d´école au campagnes de Burgos et Santander, De l´alphabétisation aux circuits du livre en Espagne XVI-XVIII siècles. En: VV AA.: De l´ alphabétisation aux circuits du livre en Espagne, XVIe – XIX siècle. París: Editions du C. N. R. S., 1987, pp. 118-119.
- ANES ALVÁREZ, G.: El Antiguo Régimen. Los Borbones. Madrid: Alianza Editorial, 1975.
- AYMES, J.R.; FELLE, E. Mm. ; GUEREÑA; J.L. (Eds.). : L´enseignement primaire en Espagne et en Amerique Latine. Tours: Publications de l´Université de Tours, 1986.
- BARREDA Y FERRER DE LA VEGA, F.: “Prosperidad de Santander y desarrollo industrial en el siglo XVIII”. En Aportación al estudio de la historia económica de la Montaña. Santander: Banco de Santander, 1957, pp. 119-121, y 159-170.
- BARREIRO, B.: “La lectura y sus problemas en el Norte de la Península: estado de la cuestión”. Bulletin Hispanique, 1997, pp. 99-95.
- BOTREL, J.F.; INFANTES, V.; y LÓPEZ, F (coord.).: Historia de la edición y la lectura en España (siglos XV-XX). Madrid: Fundación Germán Sánchez Ruipérez, 2001.
- BRAUDEL, F.: Civilización material y Capitalismo. Barcelona: Editorial Labor, S.A., 1974.
- BURKE, P.: Cultura popular en la Europa moderna (3ª ed. actualizada). Madrid: Alianza Editorial, 2014.
- Formas de la historia cultural. Madrid: Alianza Editorial, 2000.
- ¿ Qué es la historia cultural? . Barcelona: Paidós, 2005.
- DEMERSON, Paula. de .: Próspera y adversa fortuna de la Real Sociedad Cantábrica(1775-1804). Santander: Institución Cultural de Cantabria, 1987.
- DEMERSON, G.; DEMERSON ,Paula.de. ; y AGUILAR PIÑAL, F.: Las sociedades Económicas de Amigos del País en el siglo XVIII. Guía de investigadores. San Sebastián: CSIC, 1974.
- DOMÍNGUEZ ORTIZ, A.: Sociedad y Estado en el siglo XVIII español. Madrid: Ariel, 1976.
- EIRAS ROEL, A.: “Las élites urbanas de una ciudad tradicional: Santiago de Compostela a mediados del siglo XVIII”. En: Actas del II Coloquio de Metodología Histórica Aplicada. La Documentación Notarial y la Historia. Santiago de Compostela, 1984, T. I, pp.117-139.
- GALINO, María Ángeles.: Tres hombres y un problema. Feijóo, Sarmiento y Jovellanos ante la educación moderna. Madrid: CSIC, 1953.
- GARCÍA DiEGO, P.: Guía manual de Santander para el año 1793. Dedicado al Real Consulado de dicha ciudad y su provincia. Santander: Imp. de Javier Riesgo. Impresor del Real Consulado, 1793.
- GONZÁLEZ PALENCIA, A.: Eruditos y libreros del siglo XVIII. Estudios histórico-literarios. Madrid: CSIC, 1948.
- GUTÍERREZ GUTÍERREZ, Clotilde.: “Educación y red escolar en Cantabria. Fundaciones docentes en el siglo XVIII”. En: VV.AA.: I Encuentro de Historia de Cantabria: actas. Del encuentro celebrado en Santander los días 16 a 19 de diciembre de 1996. Santander: Universidad de Cantabria: Consejería de Cultura y Deportes, 1999, T. II, 65-79,
- Enseñanza de primeras letras y latinidad en Cantabria (1700-1860). Santander, Universidad de Cantabria, 2001.
- “Colegio PP. Escolapios de Villacarriedo (1746-1860). En: Enseñanza de primeras letras y latinidad en Cantabria (1700-1860). Santander: Universidad de Cantabria, 2001, pp.241-254.
- JOVELLANOS, G. M. de: Diarios (Memorias íntimas). 1790-1801. Madrid: Imp. de Sucesores de Hernando, 1915.
- La Ley Agraria. BAE, T. 50.
- LEGUINA, E.: Recuerdos de Cantabria. Santander: Imp. de Medina y Navarro, 1875.
- LÓPEZ, F.: “Aspectos específicos de la Ilustración española”, II Simposio sobre el P. Feijóo y su siglo. V. 1. Oviedo, 1981, pp. 23-29.
- MADOZ, P.: Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar (voz Santander). Madrid: Imp. Del Diccionario, 1845-1850, T. XIII.
- MANTECÓN, T.A.: Bajtin y la historia de la cultura popular. Santander: Universidad de Cantabria, 2008.
- MARAVALL, J.A.: “La historia de las mentalidades como historia social”. En: II Jornadas de Metodología y Didáctica de la Historia. Cáceres: 1982, pp. 399-412.
- MARURI VILLANUEVA, R.: La burguesía mercantil santanderina 1700 – 1850. Santander: Universidad de Cantabria, 1990.
- Estudios castellonenses, 1994-1995; 6: 859 y ss.
- PINEDO IPARRAGUIRRE, I.: “Las ideas pedagógicas de Manuel de Roda, ministro de de Carlos III”. Letras de Deusto, 1993; 23: 85-97.
- POZAS POZAS, María Jesús.: La población de Santander en el S. XVIII. Tesis Doctoral. Facultad de Filosofía y Letras – Sección de Historia - Universidad de Deusto- Bilbao, 1998, 3 Vols.
- “Bilbao y Santander: Dos ciudades marítimas en los diarios de Jovellanos”. Letras de Deusto, 1992; 56: 107-126.
- “El puerto de Santander y el comercio marítimo en el S.XVIII”. Fundación de Historia Moderna XIII Reunión Científica Sevilla, 4-6 de junio de 2014. Sevilla: Universidad de Sevilla, 2014, pp. 1-12.
- REGUERA, I.: “Ilustración y censura en el País Vasco”. Letras de Deusto, 1988; 41: 159-170.
- RIO y SAINZ, J.A. del.: La provincia de Santander considerada bajo todos sus aspectos. Santander: Imp. y lit. de Blanchard, 1885 - 1889, 2 T., pp. 374-375.
- RODRÍGUEZ CAMPOMANES, P.: Discurso sobre el fomento de la industria popular. Madrid: Imprenta de Antonio Sancha, 1775.
- SOUBEYROUX, J.: “Niveles de alfabetización en la España del siglo XVIII”. Revista de Historia de la Educación, 1995-1996; 14-15: 205-207.
- “Niveles de alfabetización en la España del siglo XVIII: primeros resultados de una encuesta en curso”. Revista de historia moderna: Anales de la Universidad de Alicante, 1985; 5: 159-174.
- WACHTEL, N.: “La aculturación”. En: Le Goff, J. ; y Nora,P (Drs.).: Hacer la Historia. Barcelona: Editorial Laia, 1979, V. 1, pp. 135-156.
- VV AA.: Mujer y sociedad en España (1700-1975). Madrid: Dirección General de la Juventud y Promoción Sociocultural, 1982.
- VV. AA.: Livre et lectura en Espagne et en France sous l´Ancien Régimen. Colloque de la Casa de Velázquez, 17-19 de noviembre 1980. París: ADPF, 1981, pp. 97-110.
No hay comentarios:
Publicar un comentario